La denominación CEO se ha extendido y hoy los Chief Executive Officers, si consideramos toda América y España, son una población mucho mayor a la que se sospecha.

Título originalmente reservado para unos pocos números uno de mega compañías, la globalización extendió el término reemplazando el de Presidente, Gerente General, de país o de región. Como rasgo de la era digital, se viene imponiendo más allá del tamaño de la organización: ya no sólo hay CEOs en las grandes corporaciones multinacionales, sino que todo microemprendimiento tiene su «fundador y CEO». Incluso, aunque alguno podría decir que se trata sólo de una distinción y posición vinculada al mundo de los negocios, las instituciones de bien público, las ONGs, y hasta los líderes de gestión política nominan a su CEO.

Son los responsables oficiales de la ejecución de los planes y negocios de una organización, colaboran o determinan la misión, la estrategia, participando muchas veces de la táctica u operación de cualquier iniciativa.

Según el «Survey of Business Owners» del censo de los Estados Unidos, allí existen 27,6 millones de empresas para una población estimada de 325 millones. Es decir, hay una empresa cada 12 personas. En México hay 4 millones de empresas: una cada 24 personas. La ONU considera un promedio de una empresa cada 60 personas en el desarrollo mundial. Entonces, utilizamos un ratio de 60 para calcular la cantidad de empresas por país, con las excepciones de 12 para EE.UU., 15 para España, 24 para México y 30 para Brasil. Considerándose en las latitudes que nombramos -América y España-, sobre la base de sus 983 millones de habitantes y unas 45 millones de empresas, en forma independiente del país donde estén o su tamaño, si todas tienen un líder que define y las opera, y nominamos un CEO por cada una, en Iberoamérica habría 17,5 millones de CEOs, agregando 27 millones en Estados Unidos.

Todos y todas tienen un dilema en común: la actualización de sus saberes que es el factor crítico de éxito por excelencia ¿Cómo se forman o actualizan desde «viejos lobos de mar» corporativos hasta emprendedores millennials que llegan al «vértice» de sus sistemas en el vértigo del turbo capitalismo? ¿A través de qué dispositivos? No siempre hay tiempo para los posgrados. La Unesco misma auspicia lo que considera más contundente: certificaciones internacionales e intensivas, presenciales, a distancia u on line.

Sean CEOs o futuros CEOs, los interesados relevados unánimemente piden que no sea una presión más, que sean adaptables a los tiempos disponibles, preferiblemente asincrónicos, modulares y que complementen la labor individual con espacios de encuentro y reflexión entre pares, con la confidencialidad del caso. Un buen ejemplo es el pionero CEO Institute originario de Australia y hoy en expansión en nuestra región Lo más sugerente, uno de sus lemas: «No es necesario certificarse, pero ayuda».

Podríamos enumerar la necesidad de focalizar en aspectos como:

  • Estrategia y agilidad organizativa para el siglo XXI, La importancia de los valores y la ética en la conducción de instituciones y negocios, la conciencia de sustentabilidad y el ser socialmente responsable.
  • No menos importante, la creación y gestión de valor, superando el tradicional enfoque que sólo ha girado en torno a la maximización de recursos y ganancias.
  • Manejo del incremento de la complejidad y resolución de problemas con herramientas técnico-científicas de management.
  • Liderazgo ejecutivo en entornos dinámicos. Cómo operar en contextos políticos o entrar mercados en crecimiento balanceando riesgos y oportunidades.

Se trata de propiciar a líderes que buscan liderarse primero a sí mismos, superándose y siendo más, para servir mejor.

CEO Integrar Recursos Humanos del Grupo Change Americas

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